Ayer me comentaba una persona que conozco desde hace años, que le acababa de llegar un burofax de su empresa. Estaba despedido con efecto inmediato, hoy debía entregar todo lo relacionado con su trabajo y firmar el finiquito. Como él unos cuantos compañeros más.
Hace un par de años la empresa fue absorbida por otra y sabían que los que se quedaban, sería por un tiempo concreto, aunque nunca dijeron cuánto. El tiempo pasó y de un día para otro, se acabó, prescindieron de sus servicios.
A mi mejor amiga le pasó lo mismo hace unos años. Poco antes de acabar su jornada laboral diaria, la llamaron al despacho del jefe y le anunciaron que era su último día, prescindían de sus servicios. Como lógicamente se trataba de un despido improcedente, la indemnizarían por ello, pero bye bye, recoge tus cosas y no vuelvas por aquí.
Nunca me ha pasado algo parecido, quizás porque hace años que salí del mundo laboral convencional, pero me pongo en el lugar de estas personas y creo que me sentiría fatal. Me parece una falta de respeto brutal, que te puedan dar una patada de ese calibre, con premeditación y alevosía. Quizás la urgencia y efectividad viene dada por la responsabilidad del puesto de trabajo. Si el trabajador sabe que le van a despedir y se lo toma mal, puede «liarla parda» si dispone de información confidencial, o acceso a servicios privados. Aún así, me parece un trato tan indigno, incluso humillante, que creo que nadie merece la pena pasar por ello.
Por ello, animo a todo el mundo que tenga un puesto de trabajo estable en una gran empresa (y no digo que todas lo hagan ni que sean malas, malotas, pero ojo!), que sea consciente de su puesto de trabajo, de su papel en dicha empresa.
Hoy en día mi mejor amiga trabaja para otra gran empresa, pero lo tiene claro, hace sus horas, y su trabajo. Los extras aparte, no se pasa ni un minuto de su jornada. Da lo que se le pide, como si de un robot se tratase, sin ninguna implicación más, ni emocional, ni profesional, ni de ningún tipo. Quizás sea la empleada perfecta para los tiempos que corren. Su trabajo psicológico le ha costado, y la admiro por ello.
En este cambio de sistema y de paradigma que vivimos, son muchas las personas que pasaran por estos baches. Además según parece cada vez se dan más casos de abuso de poder de jefecillos que despiden sin más a su competencia o a «los que les caen mal». Y no hablo por hablar, varias fuentes me lo han confirmado.
A los que les ha ocurrido algo así hace poco, y todavía lo están digiriendo, tienen dos opciones, aprender de ello o deprimirse irremediablemente. Advierto que la segunda opción no ayuda nada…
Si se toma la primera opción, es necesario un proceso de análisis y reflexión, para proceder a la reinvención. Si se toma la segunda opción, hay que hacer lo posible por cambiar el rumbo hacia la primera opción.
Suerte a tod@as!