Víctimas de la avaricia

Acabo de ver un reportaje llamado «Calais: un tunel sin salida», sobre la situación que viven las personas que escapando de conflictos o situaciones de penuria en sus países de origen, se amontonan en campos de refugiados improvisados en Calais, Francia, esperando poder pasar la frontera hacia Reino Unido.

He acabado conmovida y triste por la situación en la que se encuentra toda esta gente y asqueada, porque pienso que son situaciones que se dan debido a la codicia, a la avaricia y los intereses puramente económicos de unos pocos, que viven lejos de los conflictos que crean y de la gente que lo sufre.

He intentado ponerme en el lugar de los que más han perdido, los que han tenido que irse de su país, dejar su casa, familia si queda, sus cosas, su ambiente, porque allí ya no se puede vivir, no hay comida ni trabajo, y la posibilidad de que te maten o te secuestren está ahí, en cada esquina. Han ido atravesando Europa, los han ido echando de un país y de otro, los han tratado como a basura muchas veces, como indeseados, y creen que el Reino Unido será su final de viaje, allí donde podrán empezar de nuevo. Algunos lo lograran, otros no. Muchos desesperanzados, han dejado de creer en el ser humano, algunos se suicidan.

He intentado ponerme en la situación de la gente que vive en esas zonas fronterizas, en este caso en Calais, algunos asustados por los desconocidos, por los desesperados, porque son diferentes, porque tienen actitudes agresivas, otros ofreciendo su ayuda y protección desinteresada a los refugiados, aunque no siempre sea bien recibida.

Me he sentido mal, muy mal, impotente, asqueada y tremendamente triste. No se qué se puede hacer, como se puede ayudar a solventar una situación tan sumamente complicada. La solución está en las altas esferas, que viven al margen, cómodamente lejos del conflicto y no les salpica. Los perdedores son los de siempre.

Sólo puedo egoístamente agradecer lo que tengo, por poco que sea. Tengo un techo, comida, libertad de movimiento y gente maravillosa a mi alrededor a la que amo profundamente. ¿No es eso lo que debería hacernos felices? ¿No debería eso ser común a todo ser humano? No entiendo la avaricia, la acumulación de bienes, el patriotismo, la fe ciega, o el sentimiento de superioridad respecto a otras personas. Nacimos donde nos tocó, algunos tuvimos suerte, a otros les cambió, otros no la tuvieron nunca, y la suerte es algo que siempre se puede torcer. El fanatismo, el terror, la violencia indiscriminada se extiende como la pólvora. ¿Aprenderemos algún día a vivir como seres humanos?

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