La vida es un tren al que subes al nacer, con un billete de día, y un final de recorrido que desconoces. Vas visitando diferentes lugares de estación en estación, conoces gente que sube y baja de tu tren.

Aprendes, desaprendes, obedeces, desobedeces, piensas, criticas, asumes, luchas, nadas a contracorriente, te llevas palos a diestro y siniestro, tropiezas, caes, te levantas, caes en un agujero, sales, sigues adelante, a veces feliz, a veces triste…
Empiezas sin equipaje alguno, vas acumulando cosas materiales por el camino, que deberás abandonar al final del trayecto.
Te llevarás las experiencias, los momentos, y esperas llegar al final con esa buena sensación de haber hecho todo lo que has querido, y las pocas cosas que te has dejado por hacer, realmente no eran tan importantes. Pero has vivido la vida que has querido. Porque si sólo vivimos una vez, al menos en el cuerpo que ahora conocemos, disfrutemos la vida al máximo.